A pocos días de que empiece la COP 21 en París, hoy, Día Mundial del Retrete o Día Mundial del Saneamiento, es el momento idóneo para profundizar en el ámbito del saneamiento, un punto destacado en los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible, a los cuales ya se dedicó un artículo en este blog. Como decía, el ODS número seis en la agenda post 2015 se centra en conseguir agua limpia y saneamiento en todo el mundo. Esta labor ya fue iniciada por los antiguos Objetivos de Desarrollo del Milenio, pero, lamentablemente, la meta del saneamiento es en la que menos se ha avanzado durante últimos quince años.
Cabe destacar que los ODM, pese a no cumplir el objetivo previsto, sí han conseguido resultados positivos: entre 1990 y 2015, la proporción de la población mundial que usa instalaciones sanitarias mejoradas ha aumentado del 54% al 68%. Es decir, 2.100 millones de personas ya gozan de este servicio básico reduciéndose a casi la mitad, del 24% al 13%, el número de personas que practican la open defecation o defecación al aire libre.
Sin embargo, todavía hay 2.400 millones de personas que, a día de hoy, no tiene acceso a las infraestructuras de saneamiento adecuadas, tales como retretes o letrinas. Dentro de esta cifra, 964 millones de personas se ven obligadas a defecar al aire libre, una situación que pone en grave peligro la salud de las personas, así como también la conservación del medio ambiente y el desarrollo social y económico de los países que más lo padecen.
El progreso en saneamiento ha sido bastante dispar alrededor del mundo, si bien es cierto que 95 países han cumplido el objetivo, estos se reparten de forma desigual en los continentes. África Subsahariana es, sin duda, el lugar más perjudicado en este ámbito y en el que menos avances se han conseguido: sólo el 24% de los habitantes tenían saneamiento en 1990, cifra que en 2015 se ha situado en el 30%, un aumento claramente insuficiente según mi parecer.
Por el contrario, en América Latina, los avances han sido mucho más notables. La meta para 2015 en la región era alcanzar el 85% de la población con acceso a saneamiento mejorado. Teniendo en cuenta que hace 25 años solamente el 67% de la población latinoamericana disfrutaba de acceso a estos servicios, considero un gran avance que actualmente se haya conseguido llegar al 83%, tan solo dos puntos por debajo del objetivo establecido.
En este contexto, el modelo de saneamiento de Santiago de Chile efectuado por Aguas Andinas desde el año 2000 presenta especial interés. Gracias a la descontaminación de los ríos principales, el Maipo y el Mapocho y la instalación de plantas depuradoras para el tratamiento de aguas residuales, entre otras acciones, se ha conseguido llegar al 100% del saneamiento en la ciudad y su área metropolitana siguiendo una política de diseño clara y eficiente. Además, en el conjunto de Chile, el saneamiento total de zonas urbanas y rurales supera el 98,7%.
Reflexionando sobre todos estos datos, se llega a la conclusión de que es vital dotar a los más de 900 millones de personas que defecan al aire libre de las instalaciones de saneamiento adecuadas. Así como romper el tabú que gira en torno a este tema, sólo hablando abiertamente de ello podremos encontrar soluciones efectivas. La defecación al aire libre es inevitable cuando se carece de saneamiento y juega en contra de la salud pública, como también de la seguridad y dignidad de las personas, especialmente de los grupos más vulnerables de la población como las mujeres y los niños. Por estos motivos, es fundamental impulsar la cultura del retrete, asociándola también al lavado de manos con agua y jabón, aliado imprescindible en la lucha contra la propagación de enfermedades.
Al mismo tiempo, no sólo en países en vías de desarrollo o emergentes es importante mejorar en este ámbito. En las regiones desarrolladas el acceso a saneamiento mejorado es del 96%, pero el ODS número seis también pone en relieve la necesidad de acabar con el vertido de contaminantes e incrementar el tratamiento de aguas residuales para mejorar la calidad del agua. En este sentido, en los países del primer mundo tenemos aún trabajo por hacer. Concienciar del uso correcto del retrete es un punto capital, ya que los medicamentos, plásticos y otros materiales indebidos que se arrojan al retrete obstruyen el alcantarillado y causan daños en las estaciones depuradoras. Para incentivar un uso pertinente del inodoro, Agbar promueve la campaña «Monstruo Cloacas», que pretende acabar con el arrojamiento de toallitas higiénicas al retrete.
La cuenta atrás para alcanzar acuerdos vinculantes en materia de saneamiento y en todos los demás ámbitos de la Agenda Sostenible 2030 ya ha empezado. El mundo está a la expectativa de conocer los pactos de cooperación que guiarán el futuro de nuestro planeta, en los que el acceso al agua y al saneamiento desempeña un papel determinante.