Recibir el Premio Fundación Caminos del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos por mi trayectoria profesional me hace sentir profundamente agradecido. Éste es el reconocimiento por el que me siento más feliz y emocionado, porque quien lo entrega son mis propios compañeros, por los que siento mucha admiración.
También tengo presente aquellos referentes que han guiado nuestros estudios y nuestra profesión, como son Agustín de Betancourt o Ildefonso Cerdà, el creador del urbanismo. Por eso, para alguien que es de Barcelona, siente, vive y está ilusionado con Barcelona, sentimos mucho ver cómo se destruye nuestra ciudad y nuestro ensanche.
Quiero mencionar otros referentes que he tenido la oportunidad de conocer: Torroja fue un gran director de la Escuela de Caminos; Fernández Ordóñez, Albert Serratosa y muchos otros que nos han acompañado tanto en la escuela como luego en la vida profesional.
Y es una ilusión enorme recoger este premio de manos de la vicepresidenta, con quien, mediante la colaboración público-privada, estamos llevando a cabo la transición ecológica imprescindible en nuestro país.
Ser ingeniero de caminos me ha permitido desarrollarme personalmente, conocer a muchas personas, ver sociedades distintas y entender cómo un mismo tema se ve de diferentes maneras en sitios distintos.
Esta profesión, ejercida con pasión, es la que permite que seamos felices y que nos podamos desarrollar también personalmente. Es una profesión de futuro, en la que los cuatro términos en los que Agustín de Betancourt la definió —la ciencia y la técnica, la razón, la naturaleza, la sociedad— siguen siendo vigentes. Si elegimos ser ingenieros de caminos, es porque sabemos que es una profesión de servicio público allí donde la ejerzas, sea en la función pública o en la empresa privada. Porque ponemos a las personas en el centro: el fin último de aquello que estamos desarrollando son las personas, la sociedad, como decía Agustín de Betancourt, teniendo en cuenta la naturaleza, el medioambiente y la razón.
Porque las decisiones que tomamos los ingenieros o que ayudamos a determinar se basan en la razón, en la ciencia y en la técnica. La digitalización y la inteligencia artificial van a marcar el conocimiento y la adaptación que debe hacer nuestra profesión al futuro.
Específicamente, en el ámbito del agua, tenemos un problema de escasez hídrica ligada al cambio climático en España y en el resto del mundo. Esto lo vamos a resolver con conocimiento.
Por ello, seguimos trabajando al servicio de las personas, cuidando el medio ambiente y siendo racionales para hacer un futuro mejor.