La sociedad atraviesa por una de las etapas de mayor complejidad en nuestra historia reciente. Nunca como hasta ahora habían coincidido tantas incógnitas sobre cómo se articulará el futuro. Es lo que algunos denominan un «mundo líquido», en el sentido de que las verdades inamovibles han desaparecido y lo único permanente es el cambio en sí mismo.
Se trata de un momento que debemos afrontar con una actitud de apertura mental y optimismo, porque si algo hemos de tener claro es que la situación actual obligará a todos los actores públicos y privados a repensar planteamientos no cuestionados hasta ahora y a dibujar un nuevo paradigma de crecimiento económico y desarrollo sostenible, apoyados siempre en la innovación tecnológica, la excelencia y el servicio a las personas. En este marco, el sector del agua está llamado a tener un protagonismo creciente en los próximos años.
La utilización estratégica de la contratación pública en respuesta a los nuevos desafíos constituye, como nos muestran los ponentes, un poderoso instrumento de política económica. Máxime en un sector como el del abastecimiento del agua en el que las competencias de las corporaciones locales implican a menudo obras o infraestructuras hidráulicas de competencia estatal o autonómica.
La contratación administrativa supone cerca del 17% del producto interior bruto de la Unión Europea. Por ello, unas normas de libre competencia claras en todos sus parámetros son fundamentales para los operadores y para el establecimiento de un verdadero mercado interior. Asimismo, la garantía de la competencia exige que los licitadores dispongan de remedios eficaces frente al incumplimiento de las reglas de adjudicación de los contratos que permitan anular las adjudicaciones ilegales y, en su caso, reparar los posibles daños ocasionados por la entidad contratante.
Debemos invertir ahora para garantizar el futuro, sin escatimar esfuerzos en la defensa de un bien tan preciado como el agua, cuyo nivel de acceso sigue marcando todavía a día de hoy una enorme diferencia entre las áreas desarrolladas del planeta y aquellas que siguen ancladas en el subdesarrollo.
Extracto del texto publicado en el volumen Seguridad jurídica, aspectos medioambientales y novedades comunitarias