Hemos de congratularnos de la iniciativa del profesor Peter Gleick cuando, hace ahora casi 30 años, fundó el Pacific Institute, cuyas investigaciones se centraban y lo siguen haciendo, fundamentalmente, en el tema del agua. Por aquella época, Gleick acuñaba el término soft path (camino suave) para describir una nueva forma de entender el manejo de un recurso tan valioso como el agua. Se alejaba así de las opciones más tradicionales basadas en la construcción de grandes obras hidráulicas, y apostaba por dar paso a otras políticas basadas en la conservación, la eficiencia, la reutilización o la captación de aguas, según las posibilidades hidrológicas, técnicas y culturales que existían en cada enclave.
El propio Peter Gleick, participante en el Salón iWater que se celebrará en Barcelona del 15 al 17 de noviembre, reconoce los avances que han traído las infraestructuras hidráulicas a nuestras ciudades, pero insiste en que ha llegado el momento de avanzar y de «integrar el uso inteligente de la tecnología para gestionar el suministro y la demanda de agua».
En nuestro grupo hace años que dimos el paso indicado por Gleick, pasando de ser una empresa centrada en el hard path (es decir, en la gestión de infraestructuras hidráulicas), al soft path, evolucionando el entendimiento de nuestra actividad de la gestión de los activos a la gestión del conocimiento, con la estrategia DISS (Digital, Innovación, Sostenibilidad y Social) en el mismo centro.
Nuestra actividad se dirige de forma creciente al sector privado, aportando soluciones a actividades como la industrial, la turística o la agrícola. Esta última, desempeña un papel fundamental y será principal campo de juego para avanzar hacia la gestión más eficiente de los recursos. Sabemos que el trinomio energía-agua-alimentación juega ya un papel determinante si tenemos en cuenta que el 70% del agua que se consume en el mundo se dedica a este sector.
También llama la atención sobre la importancia de gestión del agua en la agricultura Achim Steiner, investigador y ex director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Insiste este reputado investigador en que, si queremos evitar que el entre el 30% y el 40% de la población del planeta viva en condiciones de escasez de agua en los próximos 20 años, la clave está en la modernización agrícola para lograr producir más eficientemente.
Un ejemplo claro de esta realidad la encontramos en el primer número de AcuaMag, revista de cabecera de la Fundación Acuorum, en el que se publicaba un informe sobre cómo mejorar la sostenibilidad en el balance recurso-demanda en la isla de Gran Canaria. Las 10.000 hectáreas de regadío que hay en la isla consumen un 40% de los recursos totales. Se generaría un ahorro del 6,5% anual aplicando medidas como el riego optimizado, la detección de roturas y pérdidas de agua y el control de agua no registrada.
El ahorro sería considerablemente mayor si a las medidas expuestas para el sector agrícola sumásemos otras recogidas en el estudio, como por ejemplo la reducción del agua no registrada, la recarga artificial de acuíferos o la optimización en la toma de desaladoras; el déficit hídrico se reduciría en un 53% para el año 2027. Y todo, como apunta Peter Gleick, sin tener que construir infraestructuras hidráulicas de gran magnitud. Es decir, escogiendo el soft path.
Otro ejemplo en la aplicación de este «camino suave» es el gran trabajo de Aigües de Barcelona, que la ha convertido en una de las ciudades punteras en lo relativo a la gestión eficiente del agua, con datos como que la continuidad del servicio es del 99,9%, que la pérdida real de agua por motivos técnicos es del 7% en 5.000 km de red o que la dotación es de 100 litros por habitante al día, con el importante trabajo en continuo de sensibilización que ello conlleva.
Una red de conocimiento ha de nutrirse, de manera continua, escuchando a los mejores expertos para incorporar sus visiones de futuro a nuestra estrategia.