«Esta mañana no salía agua del grifo». Con esta frase comienza Número Cero, la última novela de Umberto Eco y con la que el autor pone de manifiesto que algo extraño sucede. El hecho cotidiano de tener agua en casa, en abundancia y calidad, ha provocado en gran parte de la sociedad falta de conciencia sobre su uso. Es uno de los problemas que tenemos en España sobre el que debemos incidir y trabajar desde la educación. Pero no es el único reto al que nos enfrentamos en nuestro país. En concreto, me gustaría referirme a dos específicos como son la calidad de las aguas y la obsolescencia de las infraestructuras. Para ambos, la palabra que juega un papel clave es la gobernanza.
Sobre la calidad de las aguas, existe un claro desequilibrio entre las grandes ciudades, que en su conjunto están muy bien administradas, y las pequeñas poblaciones, que al no tener los medios ni el tamaño necesario, incumplen la Directiva Marco del Agua. Además, 3 de cada 10 plantas depuradoras de aguas tienen problemas de mantenimiento y otro 21% tiene una capacidad insuficiente.
Según el último estudio sobre el suministro de agua potable y saneamiento en España de la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento, el 41% de las redes de distribución en nuestro país cuenta con más de 30 años. Su porcentaje de renovación es del 0,9%. Es sólo un dato que deja entrever la necesaria renovación de las infraestructuras que tendremos que afrontar en los próximos 20 años si queremos mejorar nuestra eficiencia.
Para superar estas cuestiones se necesita tecnología, conocimiento e inversión. Pero sin lo que sin duda no podremos avanzar, como decía al inicio de este post, es sin la gobernanza necesaria capaz de establecer un ente regulador común que fije quién tiene que hacer qué, cómo y cuándo.
El informe «Principios de Gobernanza del Agua de la OCDE» (publicado el 4 de junio de 2015) recoge algunos aspectos relevantes sobre su definición:
«El hacer frente a los desafíos del futuro en materia del agua plantea no sólo el cuestionamiento de qué hacer, sino también quién hace qué y por qué, a qué nivel de gobierno y el cómo. Las respuestas de política sólo serán viables si son coherentes, los actores están acoplados correctamente, los marcos regulatorios vigentes están bien diseñados, se dispone de información adecuada y accesible, y existe suficiente capacidad, integridad y transparencia».
El informe también recoge una visión general de los principios que deben regir la gobernanza del agua y que se agrupan en: efectividad, eficiencia, confianza y participación.
La gobernanza es una cuestión crucial que debemos resolver a la mayor brevedad posible. Por ello, en cada espacio que tengamos oportunidad tiene que ser una de las cuestiones claves en el debate del futuro del agua. Es el caso del último iWater, el Salón Internacional del Ciclo Integral del Agua de Barcelona, celebrado el pasado mes de noviembre y que tuve la oportunidad de presidir, y en el que la gobernanza fue uno de los temas abordados.
Tiendo al optimismo razonado y, por ello, confío en que afrontaremos los retos de futuro con éxito, más si tenemos en cuenta que contamos con la tecnología, la innovación y la capacidad de gestión necesarias. Pero el gran reto es la gobernanza. La regulación es absolutamente imprescindible, es la que nos marca cuáles son los criterios y aporta transparencia.
La gobernanza es una de las cuestiones que destaqué el pasado 24 de noviembre de 2016 en mi intervención en ‘Hora 25’ de la Cadena SER, dirigido por Àngels Barceló, quien dedicó parte de su programa a abordar el problema de la escasez de agua en nuestro país y en el que compartí espacio con Aziza Akhmouch, responsable de la Iniciativa de Gobernanza de Agua de la OCDE. En este enlace pueden escuchar la intervención completa.