«Tiendo el brazo hacia la ducha, pongo la mano sobre el grifo, lo muevo lentamente haciéndolo rodar hacia la izquierda. Acabo de despertarme, aún tengo los ojos llenos de sueño y sin embargo soy perfectamente consciente que el gesto que estoy haciendo para inaugurar mi jornada es un acto decisivo y solemne, que me pone en contacto con la cultura y la naturaleza al mismo tiempo, con milenios de civilización humana y con el planeta.
Lo que le pido a la ducha es que me confirme como dueño del agua, como miembro de aquella parte de humanidad que ha heredado de los esfuerzos de generaciones la prerrogativa de llamar el agua para que acuda con la simple rotación de un grifo, como detentador del privilegio de vivir en un siglo y en un lugar donde es posible gozar en cualquier momento de la más generosa profusión de aguas límpidas. Y sé que para que este milagro se repita cada día deben hacerse realidad una serie de condiciones complejas, de modo que abrir un grifo no puede ser un gesto distraído y automático, sino un gesto que requiere concentración, una participación interior.
He aquí que a mi llamada el agua sube por las tuberías, presiona los sifones, levanta y baja los flotadores que regulan su afluir en las pilas, una nimia diferencia de presión la atrae allá, y allá acude, difunde su reclamo a través de los enlaces, se esparce por la red de los colectores, vacía y llena los depósitos, se agolpa contra las presas de los embalses, mana de los filtros de las depuradoras, avanza a lo largo de todo el frente de las conducciones que la transportan hacia la ciudad, después de haberla recogido y acumulado en una fase de su ciclo sin fin, tal vez destilada de las bocas de los glaciares, torrentes abajo, tal vez aspirada de los mantos subterráneos, expulsada de las venas de la roca, absorbida por las grietas del suelo, caída del cielo en un tupido telón de nieve, lluvia, granizo».
Se trata del fragmento inicial del texto escrito por Italo Calvino titulado «La llamada del agua». Ciertamente el abastecimiento de agua corriente ha sido un avance decisivo de la humanidad, una condición elemental en el estado del bienestar. Pero es que, por fortuna, la distribución del agua se ha configurado históricamente como un servicio público, lo que ha permitido excluir un bien tan preciado del comercio mercantilista. Hoy en nuestro país el acceso al agua queda garantizado al común de los ciudadanos como un derecho básico, al margen de especulaciones, sometido a un precio limitado a los costes; en muchos lugares incluso por debajo de los mismos.
No cabe duda de que los ciudadanos tenemos derecho a ser ambiciosos en nuestras expectativas de bienestar, pero también debemos ser conscientes de lo mucho que hemos avanzado. Desde un punto de vista material nuestro entorno ha mejorado exponencialmente en un par de generaciones. El simple gesto de abrir el grifo para disponer de agua de calidad sin límite ni interrupciones sería motivo de asombro y regocijo para la mayor parte de las generaciones que nos han precedido.
Como he señalado, uno de los aspectos sobre los que es necesario reflexionar se refiere a la financiación. No es la cuantía del servicio de abastecimiento del agua en sentido estricto lo que debe preocupar.
Creo que estaremos de acuerdo en que la tarifa no es significativa en este aspecto, especialmente si se compara con otros servicios esenciales. En estos momentos la tarifa del agua queda referida a los costes del servicio, unos costes que en términos generales son notablemente contenidos dada la complejidad de las redes. En este campo, sin embargo, se han producido algunos vaivenes a propósito de los conceptos de tasa, precio público y tarifas de base privada que han introducido una inseguridad jurídica que es necesario eliminar. Buena parte de los trabajos y conclusiones que se incluyen en esta publicación van orientados a este objetivo.
Creo que la idea fundamental en este sentido es la de promover un sistema de fijación de precios y en general un régimen jurídico que en todo caso garantice la posición de los usuarios, pero al mismo tiempo que permita una gestión eficaz del servicio.
Publicado en el volumen El precio del agua.