Hace escasas semanas presentábamos en Las Palmas de Gran Canaria el libro de fotografía Quisqueya de Ángel L. Aldai, primer proyecto editorial de la Fundación Acuorum Iberoamericana Canaria de Agua. Destacaba en ese momento el sentimiento compartido entre los dos territorios, nuestras profundas raíces comunes y la necesidad de cooperar para afrontar los retos del futuro incluyendo, en primera línea, los del agua.
De manera similar me pronuncié durante la segunda edición de Diálogos del Agua América Latina y España, «Retos para la seguridad hídrica», celebrados el pasado 6 de septiembre en Madrid, donde destaqué que los principales retos mundiales en el ámbito de la gestión del agua sólo pueden abordarse de manera conjunta. En ese sentido, señalé como elemento vertebrador de la seguridad hídrica la gobernanza.
Para lograr la gobernanza óptima se requiere rigor y conocimiento. Es esencial la cooperación de las empresas con las universidades, las administraciones públicas y el conjunto de los agentes sociales, para conseguir avanzar hacia una gestión más eficaz y sostenible. Debemos ser eficientes al mínimo coste posible, tanto económico como medioambiental a la vez que integramos variables sociales y de impacto comunitario en nuestros procesos de decisión. Es ese nuestro objetivo último y desde el sector privado tenemos mucho que aportar en el ámbito de la innovación y el conocimiento.
Lo he dicho en más de una ocasión, el modelo hídrico actual es ecológicamente inviable y humanitariamente insostenible. Los problemas no son de escasez, sino de mala gestión del recurso. Mejorar esa gestión es esencial para luchar contra la pobreza. Así se recoge en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) donde, aparte del número 6 (Agua potable y Saneamiento), que nos afecta directamente como gestores de un derecho humano, destaca el ODS número 17 (alianzas para los objetivos), que, en mi opinión, resulta clave.
Otro elemento que quise destacar durante mi comparecencia en los Diálogos del Agua América Latina y España fueron los partenariados público-privados como un ejemplo de gestión eficiente en el que cada actor aporta lo que sabe hacer. En este sentido, puse en valor la trayectoria de nuestro grupo en este tipo de alianzas al otro lado del Atlántico, como por ejemplo en Cartagena de Indias (Colombia), Saltillo (México) y Chile. Sin duda, en todos estos casos aportamos conocimiento, innovación y tecnología.
Llegamos a Cartagena de Indias en el año 1995. En algo más de una década, con un modelo mixto de gestión, hemos logrado un 100% de agua potable y un tratamiento del 100% de sus aguas residuales gracias a la construcción de un emisario, el tercero más largo del mundo.
Los datos en Santiago de Chile también son positivos. En una ciudad de más de 1.000 kilómetros cuadrados y casi 8 millones de habitantes, hemos pasado en 15 años de un nivel de saneamiento del 3% a uno del 100%. Por último, en México, Aguas de Saltillo es un ejemplo para todo el país en la gestión eficiente.
Nuestra experiencia habla de un camino claro: la cooperación y el trabajo conjunto nos llevan a lograr mejores resultados que trabajando solos. Iberoamérica es nuestro aliado natural, compartimos un acervo común, y si queremos afrontar los inmensos desafíos que tenemos en nuestro presente y futuro, la cooperación – con base en el conocimiento y el rigor- debe ser prioritaria en nuestra agenda.