En el trinomio agua, alimentación y energía se encuentra la respuesta a la consecución de un futuro sostenible. Estos tres elementos, sumados al necesario freno a la actividad nociva que genera el cambio climático, marcan la pauta y el camino si queremos que nuestro planeta sobreviva. Así acertadamente, en el Día Mundial de la Alimentación, que cada año se celebra el 16 de octubre, Naciones Unidas pone el foco en la necesidad de gestionar de otra manera los recursos y nos recuerda que: «El clima está cambiando. La alimentación y la agricultura también».
Los datos son claros. El profesor titular de hidrología en la Universidad de Maryland, Fernando Miralles-Wilhelm, explicaba en su trabajo Desarrollo y aplicación de herramientas analíticas a la Planificación trinómica Agua-Alimentos-Energía en América Latina y el Caribe (Water Monographies 2. Fundación Aquae) que las ciudades de países en desarrollo deberán satisfacer la demanda de 70 millones de personas más cada año durante los próximos 20. La gran pregunta es si eso es posible. La respuesta es inmediata: si seguimos como hasta ahora, agotaremos los recursos.
Como decía al inicio de este post, sólo si gestionamos los recursos de otra manera seremos capaces de revertir la situación actual. Y en esa transformación es crucial el sector agrícola, que consume el 70% del agua dulce en el mundo. El concepto smart agriculture se impone y gana peso a la hora de alcanzar tres objetivos definidos por la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura): el aumento sostenible de la productividad y los ingresos agrícolas, la adaptación y la creación de resiliencia ante el cambio climático y la reducción y/o absorción de gases de efecto invernadero.
Es importante conocer qué uso del recurso hídrico hacemos en la actualidad. Un primer punto de partida es la medición de la huella hídrica de los productos agrícolas, es decir, el volumen de agua necesaria para producir esos alimentos por los habitantes de un país. En España, la huella hídrica es de 2.325 metros cúbicos por año per cápita, somos unos de los países con la huella hídrica más elevada debido a que gran parte de nuestro territorio se destina a la agricultura. Pongo varios ejemplos: se necesitan 450 litros de agua para producir 500 gramos de maíz, 70 litros por una manzana o 50 para producir una naranja.
Conscientes de la importancia del término – en la teoría y en la práctica-, hemos impulsado EsAgua. A esta primera plataforma para el cálculo y la gestión de la huella hídrica en España se han adherido varias empresas agrícolas que podrán, sabiendo su consumo de agua, tomar medidas que permitan su reducción. EsAgua es un proyecto único e innovador que cuenta además con el apoyo de AENOR (Asociación Española de Normalización y Certificación) y la organización internacional Water Footprint Network.
Para lograr esa reducción y optimización en el consumo de agua, nuestro grupo de empresas juega un papel crucial. La estrategia DISS (Digital, Innovación, Sostenible y Social) ha permitido que pasemos de ser conocidos como concesionaria a establecernos, a ojos del gran público, también como proveedora de conocimiento y tecnología, especialmente, apostando en el sector agrícola por la innovación y la exploración de tecnologías disruptivas.
Seguimos la pauta marcada por los expertos en la materia como los que a finales del pasado mes de septiembre asistieron a la jornada «Tendencias para una agricultura smart«, organizada por SUEZ Advanced Solutions. En el encuentro, se señaló que el sector agrícola está preparado para afrontar el desafío de alimentar a más de 9 mil millones de personas en el 2050 pero que, para ello, es necesario un cambio de modelo productivo orientado a convertirlo en un proceso industrial. Nuestro conocimiento ya está al servicio de los agricultores para dar respuesta a ese reto del que depende la sostenibilidad del planeta.