En el IX Congreso Internacional de la Lengua Española, organizado por la Real Academia Española y el Instituto Cervantes en Cádiz, hemos tratado la influencia del mestizaje en ciudades e infraestructuras, poniendo en valor el papel de la confluencia de culturas en el desarrollo y evolución de los territorios urbanos.
La historia nos ha enseñado que las grandes civilizaciones han logrado prosperar gracias a la colaboración y al contacto constante con otras culturas de las que aprendieron para poder continuar evolucionando. Es una fuente de inspiración e influencia de valor incalculable. La historia nos ha dejado lecciones para aplicar sobre nuestra forma de pensar y actuar a todos los niveles, incluyendo la innovación y la gobernanza.
Este valor es destacable también para las infraestructuras, que son una representación de la confluencia de culturas en el desarrollo y evolución de los territorios urbanos. El acueducto de Albear en La Habana o el Zanjón de la Aguada en Santiago de Chile son ejemplos de este mestizaje cultural, que aportan un conocimiento de gran valor para poder hacer frente a los retos globales.
Por tanto, este mestizaje se da en la concreción de las cosas. Y para hacerlo posible son necesarios emprendedores con conocimiento, fecundidad y capacidad creativa, así como capacidad de gestión y ejecución, para concretar con éxito los proyectos. Una infraestructura, que tiene a la vez una finalidad empresarial, social y tiene un impacto medioambiental, es un claro ejemplo de concreción a través del cual se puede hacer efectivo el mestizaje.
En este panel, presidido por Ana Santos Aramburo, junto con José Enrique Ruiz-Domènec, Modest Batlle y Allan Brewer-Carias he compartido que este mestizaje se manifiesta en la actualidad en la voluntad de construir y avanzar basándose en objetivos compartidos, como son los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Los ODS son un llamamiento universal a la acción para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y mejorar la vida de las personas, en base al diálogo, la colaboración público-privada, la corresponsabilidad, el emprendimiento y la diversidad de puntos de vista.
El actual proceso de globalización, facilitado por las nuevas tecnologías, nos ofrece una oportunidad sin precedentes de colaborar prácticamente en tiempo real, haciendo confluir de manera ágil diversos puntos de vista.
Por ello, la evolución de las ciudades a lo largo de la historia ha ido siempre de la mano de los avances en las infraestructuras, como testimonio perdurable de la convivencia y unión de culturas. De este modo, comprendemos la aportación del mestizaje cultural como una fuente de información y conocimiento de gran valor para poder dar forma a nuevas propuestas y hacer frente a los retos globales actuales y futuros.
Los desafíos que tenemos que afrontar nos encaminan a la búsqueda de soluciones basadas en la sostenibilidad y la resiliencia, para hacer frente a la emergencia climática mundial como principal reto que afecta a las infraestructuras. Por ello, es crucial una gestión eficiente, basada en la excelencia operativa en una sinergia perfecta entre conocimiento experto, innovación tecnológica y compromiso de servicio a las comunidades. Es nuestro deber hacerlo posible en las infraestructuras del ciclo del agua en este contexto de estrés hídrico acuciante en el que nos encontramos. Y esto debe suceder en un marco de gobernanza adecuado para aprovechar su potencial.
Tradicionalmente, la gestión de las infraestructuras relacionada con el agua se basaba en una gestión marcadamente lineal, que consumía recursos, pero no buscaba su reutilización o revalorización. El concepto de economía circular no ha sido desarrollado ni aplicado de manera explícita hasta más recientemente.
La concienciación en relación con el cambio climático y nuestra relación con el planeta ha conllevado una evolución en la manera de visualizar y comprender la gestión de las infraestructuras relacionadas con el agua. El resultado son las llamadas infraestructuras verdes, fundamentadas en Soluciones Basadas en la Naturaleza, que ayudan a regenerar el medio ambiente, la flora y la fauna con impacto positivo en la salud de las personas.
Es en este sentido que, para ser capaces de impulsar estas soluciones en las infraestructuras, la colaboración público-privada deviene un factor esencial. Empresa, administración y ciudadanía deben ir de la mano para impulsar todos los cambios necesarios para afianzar los principios del desarrollo sostenible, para que todos podamos convivir en un mundo más justo y saludable, disminuyendo las desigualdades, garantizando el acceso a los recursos y servicios de las generaciones presentes y futuras.
En la actualidad, se debe impulsar un marco regulatorio sólido para poder avanzar hacia una gestión más sostenible y resiliente del agua, que nos permita preservar tan valioso recurso, actuar de forma eficaz en períodos de escasez para garantizar su acceso y uso, y aprovechar las grandes oportunidades que nos brinda el contexto de revolución y transformación digital.
La gestión futura de infraestructuras solamente será posible con un mestizaje global, reforzado con elementos como la economía circular, las soluciones basadas en la naturaleza, una gobernanza sólida y la acción conjunta a través de la colaboración público-privada. Así podremos dar respuesta a los desafíos, dentro de un marco de seguridad jurídica, y confluyendo en los Objetivos de Desarrollo Sostenible que nos sitúan en una hoja de ruta común.