En Perú, solo el 65% de la población que vive en zonas rurales tiene acceso al agua potable. La cifra desciende hasta el 31% si hablamos de acceso a instalaciones de saneamiento mejoradas. Son datos que nos indican el trabajo que queda por hacer para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible en muchas partes del planeta, en concreto, en lo referente al Objetivo 6: garantizar la disponibilidad de agua, su gestión sostenible y el saneamiento para todos.
La Amazonía peruana es una vasta zona frontera con tres países (Ecuador, Colombia y Brasil) donde el 80% de la población no tienen acceso al agua potable. Eso a pesar de que el agua es abundante y llueve 2 de cada 3 días. La zona es inundable desde diciembre a mayo. Las comunidades que allí viven beben agua del río sin tratamiento, hecho altamente peligroso si tenemos en cuenta que la gestión de los residuos sólidos en la zona es casi nula y se siguen arrojando al río.
En este contexto es donde la Fundación Aquae ha desarrollado junto a Unicef el proyecto «Agua para la Amazonía peruana» desde el año 2014 y que hemos renovado hasta el 2020 debido a sus magníficos resultados que han permitido que más de 5.000 familias de 15 comunidades rurales de las regiones de Ucayali, Amazonas y Loreto, dispongan de instalaciones seguras de acceso al agua potable y saneamiento.
La clave del éxito de esta iniciativa está en varios elementos que resultan fundamentales cuando abordamos proyectos de cooperación internacional al desarrollo. Por un lado, la participación de todos los agentes implicados – sobre el terreno hemos contado con la colaboración de la Ong Arkana Internacional, las autoridades locales y el gobierno de Perú-, cumpliendo así con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 17 que establece la necesaria creación de alianzas.
La posibilidad de replicar la iniciativa en diferentes regiones es el otro elemento crucial. Se han instalado más de 190 baños secos en las 15 comunidades, tanto en casas como en zonas comunales y escuelas. Se ha mejorado el modelo de las letrinas y se ha mejorado la gestión de aguas residuales (sistema de «círculo de plátano»). Se han instalado lavaderos para el lavado de manos y las letrinas cuentan con un doble depósito que permite transformar los deshechos en compost. Todas las instalaciones son respetuosas con el medioambiente, fáciles de instalar, económicas y duraderas, características todas ellas que permiten su réplica en otros territorios.
Otro elemento clave para la durabilidad en el tiempo de las acciones desarrolladas es la formación. Por ello, se ha facilitado a líderes locales, familias y niños formación en hábitos de higiene. De esta manera, gestos básicos como el lavado de manos con agua y jabón, antes de comer y después de usar el baño, se convierten en un hábito arraigado. Este gesto, que puede resultar nimio, reduce las muertes por diarrea a casi la mitad, y las muertes por infecciones respiratorias en una cuarta parte.
El proyecto «Agua para la Amazonía peruana» ha sido reconocido recientemente con el premio «Paz por la Paz», otorgado por la Fundación Ana de Paz, por su contribución a hacer realidad el derecho humano al agua potable y el saneamiento. Unos resultados que, esperemos, vayan a más en estos tres próximos años donde tenemos previsto aplicar métodos de innovación en la región. Para ello, vamos a testar y promover, por ejemplo, nuevos modelos de letrinas y abastecimiento de agua adecuados para la zona. No podemos olvidar que la innovación es la que trae el desarrollo no sólo económico, sino también social.
En conclusión, gracias a un correcto análisis de necesidades y a la articulación de un modelo de colaboración donde cada parte cumple con su papel, se puede llevar a cabo proyectos con un impacto importante en la comunidad.