Las ciudades serán las que determinen el futuro del planeta, pues se espera que a mitad de siglo el 70% de la población mundial viva en zonas urbanas, según datos de la ONU. Este crecimiento acelerado plantea grandes retos en aspectos esenciales como son las infraestructuras, la movilidad o servicios básicos tales como el agua. La sostenibilidad también está ligada a las ciudades, ya que actualmente consumen el 78% de la energía a nivel global y son responsables del 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Ante este enorme reto, la respuesta está en la tecnología. El objetivo es desarrollar ciudades innovadoras, sostenibles, seguras y al servicio del ciudadano. Auténticas smart cities que sean capaces de dar respuesta al crecimiento acelerado de la población y a los efectos del cambio climático, siendo, al mismo tiempo, eficientes y sostenibles.
Como grupo, somos punta de lanza en innovación y lideramos el uso de la tecnología en el sector del agua. Un ejemplo de ello es el proyecto RESCCUE, en el que distintos agentes públicos y privados europeos estamos trabajando de forma conjunta para proporcionar modelos y herramientas prácticas e innovadoras para combatir los desafíos del cambio climático y construir ciudades más resilientes.
Asimismo, es esencial la digitalización acorde a la tecnología – eje transversal de nuestra estrategia empresarial-, cuyos resultados ya han impactado de forma positiva en el sector del agua y nos han permitido, por ejemplo, optimizar y priorizar de manera más precisa la toma de decisiones. Algunas de las herramientas más novedosas fueron expuestas la semana pasada en la Smart City Expo World Congress (SCEWC), que tuvo lugar en Barcelona y donde se abordaron tres temas clave: el empoderamiento ciudadano, la tecnología y la movilidad.
Los drones están causando una auténtica revolución en el sector del agua. Su capacidad para adentrarse en espacios de difícil acceso y recoger más y mejores datos en menos tiempo, así como aportando mayor seguridad a los operarios, es un cambio sustancial. Esta tecnología nos permite visualizar en tiempo real el estado de los colectores, anticipándonos a problemas habituales como las acumulaciones de montañas de toallitas y residuos que colapsan las canalizaciones.
Otra tecnología basada en el Internet de las Cosas (IoT) y al servicio de los ciudadanos es el sistema de sensores Watersen. Este está formado por un conjunto de sensores ubicados en los diferentes tubos de agua y que utilizan el audio para monitorizar el consumo mediante una aplicación, y que podemos consultar desde nuestro Smartphone. Podemos así controlar cuánta agua gastamos, reducir nuestro consumo o saber cuándo se registran flujos de aguas inusuales.
La infraestructura de suministro de agua existente también puede ser reutilizada para otras funciones gracias a la tecnología. La herramienta Drops usa la red de localizaciones de la telelectura para conocer la ubicación exacta de objetos, animales o personas. En forma de pulsera o llavero, el localizador Drops nos avisa a nuestro teléfono móvil si el receptor se ha salido del perímetro de seguridad asignado – su cobertura puede ser tan amplia como la ciudad de Barcelona-. A través de un proyecto piloto, el sistema se testó el pasado verano en la ciudad de Benidorm para evitar que los niños se perdieran en la playa.
Como responsables de la gestión del ciclo integral del agua en muchas ciudades, queremos ser parte activa de su transformación hacia una smart city a través del uso de la tecnología, desarrollando todo su potencial y poniéndola al servicio de los ciudadanos. La respuesta a muchos de los retos que tenemos por delante pasa por este objetivo.