Hoy, 8 de mayo, hace 75 años que terminó la Segunda Guerra Mundial, uno de los acontecimientos más terribles que han sucedido en Europa. Vino a continuación la reconstrucción con medidas económicas, políticas, institucionales, sociales… Por encima de todo, existía la voluntad de acuerdo para abordar aquel proyecto común. La pandemia actual, sin una fecha clara de finalización, nos pone en una situación similar, en la que debe existir una voluntad, individual y colectiva, para superar esta crisis, con un clamor general de reconstrucción dentro del marco de valores que compartimos.
Antes de seguir avanzando, quiero dirigir unas palabras de apoyo a las personas afectadas de manera más directa por la COVID-19. Quiero agradecer la labor del sector sanitario y de los demás trabajadores de los servicios esenciales, incluidos los del sector que represento, el suministro y el saneamiento del agua, así como la dedicación de las fuerzas y cuerpos de seguridad. Son muchas las historias de profesionalidad y compromiso de ciudadanos anónimos que nos inspiran estos días.
Nuestro país ha tenido siempre personas de primer nivel en los diferentes ámbitos: profesional, empresarial, sanitario, cultural, deportivo, entre otros; no podemos prescindir de ninguno de ellos en esta recuperación. Para evitar que los menos preparados lideren el proceso, debemos implicarnos todos mucho más en los asuntos públicos. Nos acompaña el bagaje adquirido en las últimas décadas en la construcción de un estado de bienestar que es referencia.
Somos Europa y compartimos valores comunes. La actuación de la empresa española debe situarse dentro del contexto de acciones conjuntas de la Unión, con la atención puesta en las medidas que ayuden a dar respuesta a nuestra situación como país. Urge que a escala nacional establezcamos un gran pacto, con el acuerdo de todas las partes.
Las magnitudes son históricas: una vez atendido el gasto social, el gasto público deberá destinarse a infraestructuras que mejoren la competitividad y la sostenibilidad. Es imprescindible la colaboración público-privada como motor de la reconstrucción, que debe permitir movilizar recursos financieros y ejecutar las inversiones necesarias para garantizar los niveles de bienestar. Para que esta colaboración entre sector público y sector privado sea eficaz, debe cuidarse un elemento que tiene tanta importancia como la liquidez que inyecta el Banco Central Europeo: la seguridad jurídica.
En las últimas semanas, las empresas han demostrado ser aliadas decisivas en la defensa del interés general. El tejido empresarial, no ajeno a los devastadores efectos de la crisis, está contribuyendo a superarla manteniendo su actividad habitual, reforzando las medidas para colectivos vulnerables y aplicando nuevas iniciativas para paliar el impacto en la comunidad.
Tenemos que reconstruirnos como economía y sociedad, y es mucho lo que la empresa puede aportar. Es necesario articular un marco adecuado para dar respuesta a nuevos retos, sociales y económicos -que se añaden a los ya existentes, incluida la emergencia climática-, que únicamente podremos abordar desde el consenso. Solo conseguiremos progresar como país y proteger los logros de nuestro estado de bienestar si todos los agentes acordamos nuevas condiciones. Establecer un gran pacto social en el que la empresa sea fundamental y ampliar el alcance del contrato social son requisitos para remontar esta situación.
El contrato social es la forma de interacción, tanto dentro de la empresa como en su entorno, que garantiza la sostenibilidad social, ambiental y económica; es ya una realidad en nuestra compañía e implica comprometerse con el trabajo de calidad, con los accionistas, los proveedores, la acción social, el desarrollo sostenible, la innovación… La defensa de este compromiso recae conjuntamente en la dirección de la empresa, en los representantes sindicales, en los trabajadores, y en la amplitud de puntos de vista – expertos en diversidad de materias – que deben alimentar la toma de decisiones en las organizaciones.
En nuestra compañía, hoy y siempre, nos guía la convicción de actuar «Sin dejar a nadie atrás», alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Por supuesto, las medidas sociales que llevamos implementando sistémicamente, dirigidas a colectivos vulnerables, siguen vigentes y han sido reforzadas. Es el caso de las ayudas a pymes y autónomos o del Fondo de Solidaridad, iniciativa pionera con la que ayudamos desde hace años a las familias con dificultades: no cortamos, ni cortaremos, el suministro de agua a quien no lo pueda pagar.
Nos acompaña en nuestra trayectoria la autoexigencia de actuar desde la anticipación y el rigor. Por ello plantearemos en Barcelona y su área metropolitana un pacto social por la sostenibilidad, la ocupación y la reconstrucción -en cuya preparación están participando diversos actores sociales, trabajadores y expertos- que establezca las líneas de trabajo para dar respuesta a los retos de futuro.
Barcelona debe refundar el espíritu del que ha sido durante décadas un modelo de éxito de proyección global, que siempre ha contado con el apoyo de nuestra compañía. Más allá de la conurbación de Barcelona, nuestra capacidad, experiencia y conocimiento están a disposición para acompañar y fortalecer cualquier iniciativa de reconstrucción.
La voluntad de concretar pactos será clave para dar confianza a la ciudadanía y progresar como país, tal como señala -a modo de muestra- la carta remitida por la UGT a la ministra de Transición Ecológica solicitando medidas que permitan al sector del agua recuperarse y conservar los empleos directos e indirectos.
Transparencia, conocimiento y rigor son elementos imprescindibles en el liderazgo de un proyecto común que debe beber de la tradición europea y articular un nuevo modelo de desarrollo sostenible basado en el acuerdo de todos, cada uno desde su responsabilidad, sin dejar a nadie atrás. Solo podremos hacerlo desde el compromiso sincero y la fuerza de las alianzas.
Este artículo fue publicado el 08-05-2020 en La Vanguardia.