Son tiempos de cambios. Tiempos líquidos como dijo nuestro admirado filósofo y pensador Zygmunt Bauman. Me atrevería a decir que más que tiempos líquidos, son gaseosos: todo es frágil, y cualquier cosa que hoy parece imposible, mañana sucede y pasado mañana está integrado con normalidad.
Estamos en tiempos VUCA (acrónimo del inglés de volatility, uncertainity, complexity, ambiguity). Volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad caracterizan la realidad circundante, con impacto innegable en la gestión empresarial. Y no solo en ésta, sino también en el día a día más cotidiano.
Parece que todo responde a la inmediatez, y sin embargo la gestión del agua es algo mucho más complejo que un simple «like» hecho desde el móvil. Muchas veces me he referido en mis escritos a una niña saharaui que muestra incredulidad y sorpresa cuando al abrir el grifo sale agua, y ese agua, potable, limpia, sanitariamente impecable, está disponible 24 horas al día, 365 días al año.
La garantía en cantidad y calidad del suministro de agua no se consigue con un «click» de una tecla cualquiera desde cualquier dispositivo. Se consigue con años de experiencia, innovación constante, conocimiento en red y muchas personas dedicadas con su trabajo permanente y su profesionalidad innegable al frente de las empresas que gestionamos el ciclo integral del agua. No hay que menoscabar con la inmediatez del click el trabajo de las personas que se esfuerzan a diario por hacer el acceso al agua una realidad.
Es necesario que nos esforcemos para que la ciudadanía sea consciente del trabajo que hay detrás de esa realidad. Hoy nuestras empresas ya tienen establecido un contacto directo y permanente con el ciudadano. A veces dudo de si no sería útil transmitir la conciencia de lo que sería un día sin agua. Probablemente en nuestros lares el ciudadano no se lo imagina. Lo habitual es ni siquiera reparar en el gesto mecánico de abrir el grifo y que siempre salga agua. La sorpresa se deja para aquella niña saharaui que retorna a casa anhelando hacerlo con un grifo, sin que nosotros, los privilegiados, nunca nos preguntemos el porqué de las cosas. Simplemente funcionan.
Hemos sido capaces de recrear cómo será la Barcelona del futuro si no actuamos contra el cambio climático en The Zone of Hope (TZOH). Mediante el uso de la tecnología immersive extreme, única en Europa, TZOH traslada a los visitantes a diversos entornos en los que el exceso de CO2 en la atmósfera lo está cambiando todo. Una exposición pionera a escala mundial en la que el público puede experimentar lo que pueden llegar a vivir las futuras generaciones si no actuamos para detener el cambio climático.
Hemos visto una realidad muy concreta y parecida a lo que podría ser ese futuro en un caso reciente. El gobierno de Sudáfrica anunció hace pocos meses el «día cero», en el que cortarían el agua en Ciudad del Cabo. Esta visión provocó una concienciación colectiva, y consiguió que los ciudadanos se esforzaran por reducir el consumo diario de agua, y finalmente, no se tuvo que llegar a ese extremo.
Quizás sería ilustrativo escenificar como sería un día sin agua en nuestra sociedad para que todos tomáramos conciencia del conocimiento tecnológico que hay detrás de ese servicio del agua. Asistimos a la proliferación de postulados y palabras – muy a menudo vacías de contenido- que hacen flaco favor al banalizar los logros de la sociedad del conocimiento que entre todos, a base de esfuerzo, hemos construido. Dotarse de criterio requiere de esfuerzo y dedicación y es un paso previo fundamental para poder actuar con conocimiento de causa y con mayor probabilidad de éxito en la búsqueda de soluciones a los grandes retos, desde la erradicación de la pobreza hasta la lucha contra el cambio climático,
El Presidente Macron le espetó a un joven que en una ceremonia oficial le llamo «Manu»: «Haz las cosas como es debido. Antes de hacer la revolución, estudia y gánate la vida por ti mismo. Entonces podrás ir a dar lecciones a los demás». Podríamos parafrasearle y extender estas explicaciones a aquellos que hablan de «remunicipalización del agua», una expresión que no tiene sentido – porque el agua es pública- y que no hace sino trivializar el gesto de abrir el grifo.
Remunicipalización es una palabra que no existe. No está en la insigne obra dirigida por el profesor Santiago Muñoz Machado «Diccionario del Español Jurídico». Es un invento tergiversador más de aquellos que, como decía el catedrático de física Rolf Tarrach, dejan que la ideología contamine la evidencia.
Cuando dicen remunicipalización, quieren decir gestionar innovación y tecnologías avanzadas en constante evolución por políticos y funcionarios no expertos; eso en el mejor de los casos. En el peor, gestionarlo por políticos como los del Canal de Isabel II y precarizar el empleo con subcontrataciones a bajo coste, como hacen la mayoría de empresas públicas y muy en concreto en el caso reciente de Valladolid, según queda referenciado en una publicación reciente del Instituto Coordenadas. Es difícil resumir en pocas palabras lo que se explica muy bien en la obra escrita por el profesor Tamames «Re-municipalización. ¿Ciudades sin futuro?», una buena oportunidad de tomar conciencia de la importancia de contar con herramientas de debate contextualizadas.
Encuentro muy adecuada la campaña de Cabify publicada en varios medios y en redes sociales a finales de junio. A través de una carta escrita por el empresario, pero que habla en nombre de los empleados, se detalla la aportación de la compañía a la sociedad, respondiendo a las críticas recibidas por Podemos en Madrid. Es un tipo de crítica no dispar en naturaleza a las habituales del gobierno minoritario del Ayuntamiento de Barcelona. Hacer oídos sordos a las evidencias, tergiversar el concepto diálogo y erigirse de facto en un opositor constante – a través de acciones y emisión de información difamatoria- a todo lo que suene a iniciativa privada parece haberse constituido en el modus operandi oficial, nada halagüeño ni propicio a la hora de crear un clima favorable para superar los retos y al entendimiento.
Es probablemente más necesario que nunca establecer un diálogo edificante que devuelva el rigor al debate sobre el rol de las empresas. Las empresas tienen un papel fundamental como principal generador de riqueza en la sociedad. Nuestra compañía, allá donde estamos presentes, mantiene un compromiso continuo con sus trabajadores, con sus clientes y con el territorio en el que desarrolla su actividad. Veamos algunas cifras numéricas.
Como SUEZ, trabajamos en Cataluña, en España, y en más de 70 países, para generar valor añadido para toda la sociedad. Recientemente hemos presentado los resultados anuales de 2017, con una importante contribución a nivel local. Veamos cifras concretas: más del 90% de los ingresos del grupo se redistribuyen en actores locales, incluyendo:
– 4.100 M€ en salarios para casi 90.000 empleados en 5 continentes
– Casi 1.000 millones en impuestos en todo el mundo
– 9.100 millones en compras de bienes y servicios a proveedores (locales)
– 140 millones en investigación y desarrollo (I+D)
– Y finalmente 367 millones por retribución del capital.
En el caso de Aigües de Barcelona, que da servicio al área metropolitana de Barcelona, podemos destacar las siguientes cifras:
– 46,8 M€ en salarios de personal (con una fuerza laboral constituida por casi 1.000 empleados)
– Aproximadamente 30M€ en impuestos a las administraciones
– El 71,2 % de nuestra cadena de suministro es local. Se ha invertido un total de 252,9 M€ en compras y servicios exteriores de los cuales 181,5 M€ son a proveedores locales
– 5,2 M€ de inversión en I+D+i.
– Solo desde 2012, se han destinado más de 8 a pagar las facturas de personas en situación de vulnerabilidad a través de ayudas directas.
– 3,2 M€ destinados a acción social, de los cuales 2 millones se han destinado a través de la Fundación Agbar a proyectos de inserción socio-laboral, educativos, a acciones que contribuyen a reducir la pobreza y al Museu Agbar de les Aigües.
– 35 M€ invertidos en mejoras de las infraestructuras de abastecimiento de agua.
La transparencia y la rendición de cuentas ante la sociedad en su conjunto son principios básicos de Aigües de Barcelona, con la consecuente activación de herramientas que ayuden a poner a disposición de la ciudadanía toda la documentación relativa a nuestra actividad.
En el contexto y en la necesidad de hacer progresos en la agenda de sostenibilidad para los próximos años, los organismos internacionales reconocen el efecto tractor que ha de venir de las empresas con la colaboración pública.
Es curiosa la contradicción que a menudo podemos ver en los medios en relación al protagonismo que ha de desempeñar la empresa: por un lado, los organismos multilaterales ponen gran expectativa en el rol de la empresa para resolver los grandes retos. Expectativa que la ciudadanía a su vez confirma; véase el último barómetro Edelman, dónde se pone de relieve que el 64% de la población cree que las empresas deben liderar la solución a los problemas mundiales. Mientras tanto, a nivel local, la estrategia política apuesta por poner en duda el papel de la empresa y del empresario. Nos encontramos ante una cierta demonización por parte de ciertos planteamientos ideológicos versus la demanda de la sociedad y la propia voluntad de la empresa de actuar como punta de lanza ante los desafíos a los que nos enfrentamos.
Las empresas son motor de progreso y las Naciones Unidas han reconocido su papel clave en la transformación y movilización para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030. Cualquier modelo que desprecie el papel del emprendedor y de la empresa ya ha fracasado – aunque solo sea por estrechez de miras- y cualquier experimento actual en ese sentido conducirá inexorablemente a un nuevo fracaso. Las empresas son las que crean puestos de trabajo, las que mantienen la seguridad social y el sistema de pensiones.
Las empresas estimulan a la sociedad, favorecen la implicación de las personas en ella, generan personas más formadas, más entendidas y, en definitiva, favorecen el bienestar individual y colectivo. Todo ello favorece que los trabajadores se sientan parte integrante de ella.
Las empresas que hoy están en el mercado responden a un propósito y a unos determinados criterios con todos sus grupos de relación (stakeholders). De una manera separada ya he ido tocando estos temas en diferentes artículos del blog, pero aun así de una manera resumida me gustaría citar los puntos más importantes.
1. Trabajadores. Los trabajadores deben sentirse implicados en la empresa y ésta debe desarrollar una política de minimizar los riesgos laborales, y activar políticas de hábitos saludables, a la vez que fomenta la formación y la participación.
2. Sostenibilidad. La guía deben ser los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y así lo recoge nuestra hoja de ruta ReWater Global Plan. El desarrollo sostenible y la economía circular no son una opción sino una responsabilidad de la empresa, que ha de saber perseverar en la búsqueda del bien común.
3. Innovación; ya es parte intrínseca del día a día de la compañía.
4. Personas y Sociedad. El compromiso con las personas y con la sociedad a la que sirve es parte consustancial de nuestra gestión empresarial.
Estos cuatro puntos, por un lado, nos definen como compañía: somos un equipo de profesionales, somos innovación, somos desarrollo sostenible… Por otro, son piedras angulares fundamentales para garantizar un servicio de excelencia continuado y en equilibrio. El verdadero debate ha de yacer en cómo seguir avanzando – desde el conocimiento y el rigor- para garantizar un servicio excelente e inclusivo, en cómo trabajar para seguir construyendo y mejorando un modelo que ya es referencia a nivel global.
En ese debate siempre estamos y estaremos cómodos, porque acumulamos en nuestra compañía más de 150 años de trayectoria, siendo referencia en cada uno de los puntos comentados, con un nivel de prestación de excelencia reconocido por nuestros ciudadanos y porque nuestra aspiración es seguir formando parte de la ciudad, – a la que hemos acompañado en su desarrollo-, a formar parte de la ciudadanía, y eso lo hemos logrado sobre la base de un hecho cotidiano, habitual: de abrir el grifo y que salga siempre agua. Somos global y somos local.
Son tiempos líquidos, decía al principio de este escrito; tiempos de cambio que requieren de lo mejor de cada uno de nosotros. Lejos de falacias, gritos y alaridos, nuestra respuesta siempre será el trabajo de excelencia y la gestión responsable que nos permite formar parte de la ciudadanía.
Como decía Jorge Luis Borges, en Llaneza:
Eso es alcanzar lo más alto,
lo que tal vez nos dará el Cielo:
no admiraciones ni victorias
sino sencillamente ser admitidos
como parte de una Realidad innegable,
como las piedras y los árboles.