Además de analizar los riesgos globales para la próxima década (analizados en el anterior post ‘El agua, entre los principales riesgos globales‘), el Informe de Riesgos Globales 2016 del Foro Económico Mundial hace una llamada a la construcción de resiliencia. Lo denomina el «imperativo de la resiliencia», definido como la necesidad urgente de encontrar nuevos caminos y más oportunidades para mitigar los riesgos y las amenazas globales, a través de la cooperación entre diferentes stakeholders públicos y privados. Merece la pena tomar nota de algunas de las pistas que apunta el Informe.
En primer lugar, la seguridad internacional y las tendencias geopolíticas tenderán a adquirir más influencia sobre la economía global. Por consiguiente, deben estar más presente en la hoja de ruta estratégica tanto del sector público como del sector privado en una búsqueda constante de la confluencia y la sintonía.
En este Informe, se emplaza a los diferentes actores económicos y sociales a reforzar nuestra capacidad de anticipar y planificar posibles escenarios y situaciones de emergencia. La seguridad global ha de entenderse como un asunto que va más allá de la gestión de riesgos o de compliance: las empresas debemos gestionar concienzudamente nuestro propio potencial para afrontar y contribuir a soluciones que atañan a los grandes acontecimientos internacionales como la degradación medioambiental, los desequilibrios sociales o los movimientos migratorios.
Sin embargo, la tarea de dar solución a riesgos globales va mucho más allá de las posibilidades de las empresas, pues resulta fundamental la cooperación entre el sector público y el privado.
Además, el potencial que tiene el sector privado para contribuir a mitigar estos riesgos no se refleja todavía en mecanismos estandarizados: los actores tradicionales en materia de seguridad, como organizaciones internacionales y gobiernos, habrán de saber ajustar sus propios marcos y procedimientos de actuación para incorporar una mayor participación privada en aras de conseguir una solución óptima.
Consideremos el cambio climático. Abordarlo desde la perspectiva de la seguridad internacional plantea varias opciones políticas en las que la acción multistakeholder es crítica. Incluyen la búsqueda de nuevos mecanismos que puedan reflejar externalidades vinculadas a la escasez del recurso o a los efectos sobre el medio ambiente, al tiempo que se salvaguarda la estabilidad social garantizando un acceso asequible a las necesidades básicas. Otro ejemplo que cita el Informe son los partenariados público privados constituidos para identificar soluciones tecnológicas que mejoran la eficiencia y la resiliencia en la producción de alimentos y en el uso del agua.
En el entorno del grupo SUEZ, son varios los casos de éxito de partenariados público privados. Un ejemplo es la actuación en el barrio Nelson Mandela, en Cartagena de Indias: gracias a la colaboración entre entidades públicas y privadas, sus más de 40.000 habitantes, que antes no tenían servicio básico de saneamiento, hoy cuentan con unas instalaciones hidráulicas apropiadas.
En relación a los recursos hídricos, el informe «Resilience insights» del Consejo Agenda Global sobre Riesgo y Resiliencia del Foro Económico Mundial contiene un apartado específico «Construyendo resiliencia a las crisis del agua» que enlaza con la parte de Informe de Riesgos Globales que trata del cambio climático, y lo hace formulando algunas recomendaciones:
– Basar la toma de decisiones en evidencias científicas. De este modo, se reforzará la transparencia y con ella la confianza en las políticas, y se podrá disponer de una plataforma lo más neutral posible para la colaboración entre comunidades, administraciones y empresas en la gestión sostenible del agua.
– Invertir en la inteligencia de riesgos. Entender, modelizar y visualizar cómo y dónde pueden producirse las crisis relacionadas con el agua, en qué supuestos y con qué impactos.
– Identificar prácticas efectivas y evaluar la escalabilidad. Hay que desarrollar estrategias a largo plazo que permitan superar unas mayores fluctuaciones en las precipitaciones. El Informe cita interesantes ejemplos de Japón.
– Innovar para crear nuevos sistemas para la toma de decisiones. Gestionar los recursos hídricos de manera sostenible va a exigir significativos esfuerzos en investigación y desarrollo, públicos y privados, al modo de la Breakthrough Energy Coalition puesta en marcha en la COP21 de Paris.
Siguiendo el modelo, el Informe propone una Breakthrough Water Risk Coalition para facilitar la investigación y el desarrollo de una tecnología disruptiva que, combinada con el aprendizaje automático y la inteligencia artificial, permitiera perfeccionar el apoyo dinámico a la toma de decisiones de administraciones, empresas y comunidades – especialmente en las economías emergentes y en los países en vías de desarrollo- para poder lidiar con las complejidades y los riesgos asociados a la intersección entre clima, energía, comida, suelo y agua. Celebramos esta nueva oportunidad de contribuir a aportar conocimiento para afrontar los riesgos de un mundo de creciente complejidad.