El agua es un elemento básico del desarrollo sostenible. Sin ella difícilmente podemos dar respuesta a la mayoría de los desafíos mundiales recogidos en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) de Naciones Unidas: erradicar la pobreza, reducir la mortalidad infantil, alcanzar la equidad entre mujeres y hombres o preservar el medio ambiente. En cada uno de estos objetivos, el agua juega un papel fundamental y determina en gran medida los avances que se están realizando.
Además de ser un elemento transversal, los ODM reconocen la importancia del agua como factor clave del desarrollo humano al conferirle una meta específica: reducir a la mitad, para 2015, la proporción de personas sin acceso al agua potable y sin acceso a servicios básicos de saneamiento. Este protagonismo del agua no es baladí: el desarrollo en los ámbitos económico, social o medioambiental pasa, entre otros factores, por una planificación que tenga en cuenta un aprovechamiento y una distribución eficiente de los recursos hídricos. Una planificación, por tanto, que traspase fronteras y países y que sea capaz de aunar diferencias políticas en favor de este derecho universal. Solo así podremos hablar, efectivamente, de un desarrollo sostenible que permita hacer avanzar a la humanidad en el siglo XXI y lograr una mayor cohesión social internacional.
A las puertas del fin de plazo para los ODM, el año 2015, y a pesar de los avances realizados, todavía 800 millones de personas en todo el mundo no tienen acceso al agua potable y otros 2.600 no tienen acceso a los servicios básicos de saneamiento. Más allá de los datos globales, un análisis detallado del mapa del acceso al agua muestra cómo las desigualdades en este ámbito se entrelazan con otras desigualdades sociales, y pone sobre la mesa la necesidad y la urgencia de abordar los retos del agua si queremos lograr una sociedad más justa.
El conocimiento no compartido pierde todo su valor y capacidad dinamizadora de la humanidad. Los más afectados por los problemas son siempre los más desfavorecidos, los más vulnerables, los más pobres. Este 2013 ha sido una gran ocasión para reflexionar sobre un modelo renovado de colaboración basada en el conocimiento, diferenciando la solidaridad de la caridad, conceptos ambos de reacción urgente y coyuntural, siempre condenados al olvido. El agua es una realidad global, pero su problemática concreta es siempre local.
Publicado en Ethic