El Informe de Riesgos Globales 2016 publicado por El Foro Económico Mundial acompaña su análisis con un llamamiento a la necesidad de actuar con celeridad. El informe no solo describe con claridad los principales riesgos globales y a escala regional, sino que, para evitarlos, plantea un imperativo de resiliencia que merece una especial atención. A continuación, nos centraremos en los riesgos, especialmente a los relacionados con el agua, y en un siguiente post desarrollaremos la resiliencia.
Entre los riesgos que pueden tener un mayor impacto sobre la seguridad global en los próximos años, las crisis relacionadas con el agua ocupan el tercer puesto, sólo por detrás de la falta de mitigación y de adaptación al cambio climático – directamente relacionado con el agua, en particular con su escasez- y de las armas de destrucción masiva. El área geográfica de mayor impacto de las crisis del agua sería la región Asia-Pacífico.
Por otro lado, el riesgo global con mayor probabilidad de acontecer es el de los flujos migratorios involuntarios a gran escala – en este caso, afectando en gran medida al continente europeo- seguido por sucesos de meteorología extrema y en tercer lugar, los efectos del cambio climático. El agua aparece en noveno lugar, con crisis más probables en el sur de Asia y norte de Africa-Oriente Próximo.
En cuanto a los riesgos que planean específicamente sobre el ámbito empresarial, el desempleo y los shocks en los precios de la energía son percibidos como los principales riesgos, seguidos por el fracaso de las gobernanzas nacionales, las crisis fiscales, las burbujas de activos y los ciberataques.
Y por último, entre los riesgos globales que han adquirido prominencia más recientemente, destacaría la inestabilidad social, que además es uno de los que tiene más conexiones con otros. Precisamente, uno de los riesgos en cadena que el Informe pone de relieve es la posibilidad de que el cambio climático exacerbe las crisis del agua, con impactos potenciales en forma de conflictos, aumento de las migraciones forzosas e inseguridad alimentaria. Lo hemos visto este verano, con inundaciones sin precedentes en Luisiana, en Macedonia y China, combinadas con sequía en Camboya y otras partes del sudeste asiático, así como en Etiopía. A otro nivel, el suministro de agua en diversos puntos de España ha conocido también episodios de tensión, a causa de la escasez de precipitaciones.
Por nuestra parte, desde SUEZ mantenemos un sólido compromiso contra el cambio climático, manifestado a través de hitos concretos. A modo de ejemplo, nos comprometemos a ahorrar agua – en el perímetro de nuestras actividades- en el equivalente al consumo de una ciudad de 2 millones de habitantes de aquí a 2020.
El documento del Foro Económico Mundial hace hincapié en algunos de los inmensos retos que hoy ya tenemos planteados en la gestión del agua. Más de mil millones de personas aún no tienen acceso a fuentes de agua mejorada. Globalmente, las proyecciones indican que en 2030 la demanda de agua superará en un 40% a la oferta sostenible del recurso. La producción agrícola (que hoy absorbe el 70% del agua disponible) tendrá que aumentar en las próximas décadas para dar de comer a una población en aumento y para satisfacer una demanda creciente de alimentos. En diversas partes del mundo habrá que hacer frente a una competencia en ascenso por el agua entre la agricultura, la energía, la industria y las ciudades.
En consecuencia, es probable que se incrementen las tensiones internas en algunos países, especialmente entre áreas rurales y urbanas, y entre las más ricas y las más pobres. En este contexto, más del 60% de las cuencas transfronterizas carece de cualquier tipo de marco de gestión cooperativa. Las tensiones entre estados provocadas por el acceso al agua ya son visibles en algunas partes del sur de Asia, y pueden tener un impacto sobre la evolución del panorama internacional de la seguridad.
Para conjurar estos y otros peligros hace falta un cambio significativo en las prácticas actuales de gestión del agua. Para conseguir el acceso al agua de todos los habitantes del planeta, es fundamental la gobernanza, global y regional, entendida como la colaboración entre los diferentes actores implicados: la administración, las empresas y por supuesto, la ciudadanía.