La crisis financiera y económica que hemos sufrido de una manera especialmente dura – y que todos tenemos la esperanza de que empezamos a dejar de sufrir- ha generado un creciente desapego hacia la empresa. En este sentido, los populismos de uno u otro signo que han surgido, también se han producido a consecuencia del malestar ante la crisis que efectivamente ha golpeado de forma muy clara al empleo, a las clases medias y a su poder adquisitivo.
Ante este escenario, lo que nosotros tenemos claro es que abogamos por la necesidad de poner en valor a la empresa como una institución dinámica, vanguardista, creativa e innovadora. La empresa es el motor indispensable para la creación de empleo y el desarrollo profesional y formativo de sus trabajadores. Es decir, sin empresa no lograremos la modernización del país. Creemos que es preciso este esfuerzo en la mejora de la imagen y de la actividad de la empresa, no solamente en España, sino en todo Occidente.
Necesitamos un marco competitivo y un ecosistema justo para la empresa de nuestro país si queremos alcanzar niveles de empleo en calidades similares a los que tienen otros países más ricos de nuestro entorno. Por lo tanto, ese marco adecuado es lo que permitiría el desarrollo empresarial y que tendría como consecuencia la creación de empleo – con mejores empleos y salarios- y, por lo tanto, una mayor contribución para sostener el estado del bienestar.
Queremos hacer esta reflexión desde el punto de vista de la razón, de la discusión y del diálogo, y alejados de los populismos y de las proclamas. Por eso, lo que les presentamos en el II Paper del Clúster ERICE (Espacio, reflexión e ideas para la creación de empleo) son una serie de ejes básicos que deberían articular ese discurso. Y esos ejes básicos son los siguientes:
El primero es que la empresa es parte de la solución y no parte del problema. Es decir, la empresa es la que genera riqueza y no la que la expolia. La empresa es la que crea empleo, innovación y valor para la sociedad, no la que la merma. La empresa es el instrumento idóneo para canalizar y permitir desarrollar la creatividad y las iniciativas más innovadoras. Una sociedad más libre, con más y mejores empresas, es más rica y más justa. Eso lo hemos podido comprobar todos los que hemos vivido en el exterior: en aquellas sociedades en las que existe una diversidad mayor de empresas, la sociedad es más libre y cuentan con una mejor distribución de la riqueza. La empresa es la que debe garantizar unas excelentes condiciones de trabajo, salarios justos y contribuir al bienestar colectivo. Para ello, el espíritu emprendedor es un valor a fomentar y desarrollar en los distintos lugares que ocupemos.
El segundo es que la empresa y la libre iniciativa son una fuente dinámica de innovación y creatividad. La innovación y la creatividad también deben estar en cada uno de nosotros en los distintos lugares que ocupemos, sea donde sea ya que solo las empresas innovadoras y creadoras son las que van a poder aportar valor a la sociedad, especialmente en esta nueva era de la economía digital. En este sentido, la colaboración público-privada entre instituciones públicas, empresas, universidades y centros de formación es la que debe cimentar cualquier ecosistema de innovación y competitividad.
En tercer lugar, la defensa y promoción de los valores empresariales son compatibles con la convicción de la necesidad de políticas públicas. Yo diría que no solamente son compatibles, sino que también son complementarias. Por lo tanto, una sociedad occidental moderna debe aspirar a tener un vigoroso sector privado y una eficaz administración pública, equilibrada, adecuada y dimensionada para los fines que le correspondan en un estado social y democrático. En una sociedad moderna, no hay empresa libre y actuando en el mercado si a su vez no existe una administración pública eficaz que sea capaz de regular ese mercado de una manera efectiva, adecuada y eficiente. Los dos en conjunto, sector público y sector privado, son los que trabajan para el beneficio de la sociedad.
Cuarto -y quizá, hoy más que nunca, uno de los que en nuestro país es necesario recalcar de una manera importante-, la empresa florece en un marco de seguridad jurídica y honestidad. La inseguridad jurídica perjudica a la creación de empleo y riqueza.
Quinto, la buena empresa se compromete con los valores propios (esfuerzo, riesgo, bien hacer) y con los valores éticos. La judicialización de la política y el manto de sospecha que recae sobre cualquier acto administrativo no favorecen a la creación de empleo. En este sentido, debemos regresar a la normalidad en el funcionamiento de la administración pública, bajo los principios de legalidad, transparencia y eficacia. Debemos combatir esta situación con algunas medidas como apostar por leyes claras, por una administración pública eficaz y transparente que no se viera contaminada por las luchas políticas y con el estricto respeto al derecho de la presunción de inocencia.
En sexto lugar, la empresa debe comprometerse con el desarrollo sostenible y con la responsabilidad social corporativa. El futuro pasa ineludiblemente por el desarrollo sostenible y por la economía circular y la empresa, desde su ámbito privado, debe comprometerse a ese desarrollo sostenible. No hay futuro sin esa economía circular.
Séptimo, la empresa tiene un compromiso con sus trabajadores, accionistas, proveedores y clientes, en una dinámica de beneficio recíproco, transparencia y honestidad. La empresa no solamente son sus accionistas. Este es otro tema que está íntimamente ligado con el anterior: desarrollo sostenible, economía circular y la empresa como un todo. La empresa es compromiso con la sociedad, compromiso con sus trabajadores y compromiso con sus accionistas.
El octavo eje es que se deben fomentar las vocaciones empresariales. A veces tengo la sensación de que en este país se motivan muy poco las vocaciones empresariales y se motiva cualquier otro tipo de vocaciones en principio más cómodas. Por ello, debemos incorporar los valores emprendedores, empresariales y de creatividad en los distintos niveles de la educación. El empresario tiene que ser bien valorado desde la infancia desde la convicción de que, detrás de cualquier empresa, late una aventura estimulante y creativa.
Noveno, la empresa contribuye, con el pago de sus impuestos, al mantenimiento del Estado. La empresa española soporta cargas superiores a la media europea. No debe seguir incrementándose la fiscalidad. La empresa es la primera interesada en la lucha contra la economía sumergida y el fraude fiscal. Vuelvo a repetir que la empresa es el principal creador de empleo, de riqueza, y dificultar su actividad significa el empobrecimiento colectivo y una menor recaudación pública.
Y en décimo y último lugar, la libertad de comercio crea empleo; las restricciones, el proteccionismo, el intervencionismo, lo destruyen. El paradigma de un mundo de libre comercio englobado en el concepto de globalización ha permitido una importante redistribución de la riqueza en el mundo. Hay voces de Europa y de Estados Unidos, con su nuevo presidente al frente, que apuestan por el cierre de fronteras y por políticas proteccionistas. Entendemos que esa sería una respuesta simplista a un problema complejo, que terminaría empobreciéndonos a todos por igual. Entendemos que las políticas proteccionistas de bloques comerciales no son la solución a los evidentes desajustes que ha generado la actual dinámica de la globalización en términos de distribución de renta y empleo. Por eso, en vez de cerrar fronteras, abogamos por una mejor globalización, que corrija errores y excesos, eso sí, pero que siga fundamentada en la indispensable libertad de comercio.
Este es el resumen del contenido del II Paper del Clúster ERICE que he realizado con un decidido convencimiento de la necesidad de la creación de más y mejores empresas para tener más y mejores empleos.
Presentación del II Paper del Clúster ERICE el pasado 14 de noviembre en la Cámara de Comercio de España.
El Clúster ERICE, integrado por personas de perfil académico y empresarios de sectores importantes y con incidencia en la economía, nació con el fin de elaborar propuestas que tengan un impacto positivo en la creación de empleo.