Como he reconocido en varios post de este Blog, una de mis pasiones es la literatura. Por ese motivo, me gustaría recomendarles un libro singular. Se trata de Ecopoemas, del poeta chileno Nicanor Parra.
La irrupción de Nicanor Parra (San Fabián de Alico, 1914) en la escena literaria chilena a mediados del siglo XX marcaría un antes y un después en la poesía universal. En 1954, el maestro publicaba Poemas y antipoemas y provocaba de inmediato una fuerte conmoción, marcando el camino para toda una legión de jóvenes poetas iberoamericanos a los que proponía una nueva manera de escribir: frente a la voz «sabia, prestigiosa y cantada del poeta tradicional», Parra apostaba por el habla de la calle, y con ella – tal como explica en el prólogo Nial Binns, anotador y antólogo del volumen que les recomiendo- «todas las inquietudes, obsesiones y fragilidades cotidianas de los seres humanos que vivían y malvivían congregados en las grandes urbes del mundo moderno».
No en vano, el último apartado de aquel libro suponía un brusco viraje con respecto a formas tradicionales, a la métrica y la rima, a un tipo de léxico y a todo un conjunto de recursos estilísticos: todo lo que hasta entonces se consideraba «poético». La antipoesía se rebelaba contra ese lenguaje y daba una imagen tan clara y diferenciable de su autor que Nicanor Parra – quien en septiembre de este año ha cumplido nada menos que 102 años- ha pasado a la historia como el único y verdadero «antipoeta».
No sólo he querido hablar aquí de esta magnífica obra por su componente «antipoético» -por revolucionario y determinante que este fuera en la historia literaria del siglo XX-, sino también porque su espíritu está particularmente hermanado con nuestra sensibilidad y labor. Sin duda, el otro rasgo fundamental definitorio de la obra de Parra y de su identidad como creador es su clamor para frenar la destrucción del planeta.
El 7 de junio de 1981, en el diario El Mercurio de Santiago, Parra publicaba un texto titulado «El Averiguador Particular», donde por primera vez se manifestó en torno a sus preocupaciones ecologistas. Lo hizo componiendo una parodia del Himno de Chile, que empieza así:
¿Qué es lo que más teme en la vida?
– la muerte
del planeta
como paraíso terrenal
o terminamos con la contaminación
antes que ella acabe con nosotros
o vamos rectificando nuestra Canción Nacional
(la verdad ecológica ante todo)
A partir de ese momento, la ecología y la amenaza de la destrucción de nuestro entorno natural pasan a cobrar un papel protagonista en la obra del poeta. Por eso – porque el material, si bien disperso, era abundante y coherente entre sí- esta obra compone una antología con todos los poemas en los que Nicanor Parra expresa esta preocupación – los ecopoemas-, ordenados, comentados y que nos dan buena muestra de su alcance y trascendencia en la trayectoria vital y creativa del autor.
Ya en 1954, en su primer antipoema Parra había incluido una «Advertencia al lector» con la que, en tiempos de crisis, justificaba la urgencia su ruptura con los dogmas poéticos: «el cielo se está cayendo a pedazos».
37 años después, una periodista le preguntaba: «¿Qué diría hoy el hablante que un día dijo en «Advertencia al lector»: «A mi modo de ver / el cielo se está cayendo a pedazos»».
Yo creo que eso hoy día se contesta solo. Mire la capa de ozono, el agua, los recursos naturales, el deterioro del ambiente y la explosión demográfica. Los grandes problemas ecológicos.
Poca gente en lengua hispana ha sabido exhortarnos con tanta elocuencia sobre la finitud de los recursos y sobre la responsabilidad de la especie humana en su aprovechamiento y conservación. Por eso mismo recomiendo este trabajo, presentado en forma y soporte que no desmerecen en absoluto y que están a la altura de su trascendencia. Porque sentimos su misma urgencia y admiramos el talento con que su voz irrepetible la llega a transmitir:
el error consistió
en creer que la tierra era nuestra
cuando la verdad de las cosas
es que nosotros somos de la tierra