El Consejo General de Economistas ha presentado recientemente el informe La gestión del agua en las ciudades. Un documento dirigido por el catedrático de Economía Aplicada José María Serrano que quiere arrojar luz a través de la aportación de datos concretos y comparaciones con países del entorno, para situar el debate donde corresponde.
Concluye el informe con algunas cuestiones que me gustaría destacar. La primera de ellas es la atomización del sistema de gestión en España, donde la competencia es municipal. Si tenemos en cuenta que en nuestro país existen más de 8.000 municipios la consecuencia directa es la heterogeneidad de sistemas y formas de gestión.
Ante esta situación, tal y como he abordado en diversas ocasiones en este Blog, es necesario contar con un regulador único independiente y profesional capaz de establecer las condiciones mínimas que debe cumplir el servicio para hacer frente a retos concretos, tales como la obsolescencia de las infraestructuras, el cambio climático o la reutilización del agua. En la misma línea se pronunciaba Léo Heller, relator especial de Naciones Unidas para Agua y Saneamiento, en una entrevista que concedía a CREA tras su participación en el Foro de la Economía del Agua celebrado en Barcelona a mediados del mes de septiembre. El relator de Naciones Unidas insistía en la necesidad de contar con una regulación clara para los prestadores de servicios (sean públicos, privados o mixtos) que haga posible el acceso al agua, un derecho universal.
En el aspecto económico hay dos datos relevantes. Por un lado, se determina que el precio unitario de un metro cúbico de agua en España es un 35% más barato que en el promedio europeo. Además, en ninguna ciudad, independientemente del modelo de gestión, el precio supera el 2% de la renta disponible de las familias, mientras que en 42 de los 79 principales núcleos urbanos no llega al 1%. El dato está, por tanto, lejos del 3% que señala la ONU como máximo razonable.
El informe señala, además, que no existe una relación predefinida entre el precio del agua y el sistema de gestión y centra las variaciones de las tarifas, dentro de las cifras mencionadas, en causas de tipo geográfico, registrándose un esfuerzo superior a la media en las ciudades situadas en islas o en zonas muy secas.
Los datos corroboran lo que llevamos años exponiendo y la realidad se alinea con pautas marcadas por la propia Naciones Unidas, que establece que «el agua no tiene que estar disponible de forma gratuita, salvo en situaciones en que las personas sean incapaces de pagar por ese servicio» y que la cantidad abonada por el recurso no debe impedir el acceso a otros bienes y servicios esenciales.
Para concluir, me gustaría destacar otros datos que se conocían en verano y que, sumados a los expuestos, nos dibujan el verdadero mapa de la realidad del agua en nuestro país. Me refiero al Barómetro del Observatorio de Servicios Urbanos (OSUR), primera encuesta de carácter anual que mide la satisfacción y la evolución de la valoración ciudadana de los servicios públicos municipales.
Según la encuesta, el suministro de agua es el servicio mejor valorado por los españoles con un 61% de satisfacción. Lo mejor valorado es la calidad general del servicio (81% de satisfacción); le siguen la calidad de agua suministrada (71%) el alcantarillado (58%). En ciudades como Barcelona, el grado de satisfacción aumenta y roza el 70%.
Los datos siempre ayudan a mantener un debate sosegado, real y desde el conocimiento. Sobre todo, y como ocurre en este caso, cuando se trata de una cuestión esencial al tratarse de un recurso vital y escaso como es el agua.