Emprendimos este viaje hace ya más de un año, tras la venta de la Torre Agbar en julio de 2014. Después de un verano de intensa mudanza ya podemos decir que estamos totalmente instalados. Un viaje que no sólo nos ha llevado al actual edificio en el Paseo de la Zona Franca, la «Ciutat de l’Aigua», sino también a una evolución muy significativa de nuestra forma de trabajar.
Gracias a la integración de un nuevo espacio con elementos que favorecen la alineación de disciplinas, la tecnología, que nos aporta soluciones dinámicas y la participación activa que los profesionales de Agbar han mantenido durante todo el proceso, podemos afirmar que estamos sentando las bases de una renovada cultura corporativa.
El traslado es fruto de una reflexión global sobre cómo estábamos llevando las cosas a cabo y de qué manera podemos optimizar nuestra manera de trabajar para ser más colaborativos y más eficaces. Todo ello sin olvidar el camino hacia una cultura laboral más sostenible, con tal de reducir el impacto medioambiental de nuestra compañía.
Para conseguir estos retos ha habido una serie de puntos clave que nos han guiado al éxito de nuestras expectativas. De entre todas, las innovaciones tecnológicas de última generación aplicadas en la nueva sede, la Oficina Digital es, sin duda, la más relevante. Hemos entrado en un nuevo concepto de la gestión documental, donde los dispositivos electrónicos sustituyen al papel que antes producíamos. La recién estrenada política de mesas limpias nos permite disponer en cualquier momento de los documentos necesarios en formato digital para así reducir nuestra huella de carbono, lo que nos hace mucho más sostenibles y funcionales.
Deshacernos de la cotidianeidad del trabajo con papel no ha sido fácil, pero los recursos capitales de nuestro largo recorrido estarán siempre a salvo gracias al nuevo CREA, el Centro de Recursos del Agua, donde se ha archivado la memoria histórica de Agbar para preservarla y difundirla.
La distribución de los espacios en las nueve plantas de la Ciutat de l’Aigua, con más de 16.000 metros cuadrados, se ha hecho teniendo muy en cuenta el estudio «multimomento» que se hizo en las antiguas oficinas. Los resultados mostraron una gran necesidad de movilidad, por este motivo los nuevos espacios son más abiertos para propiciar la cooperación, el trabajo el equipo y la transferencia de conocimientos entre profesionales de distintas áreas. Además, la política de no territorialidad es clave para garantizar la transversalidad y el paso de una estructura vertical a otra horizontal más abierta y participativa.
La implicación en el proceso de transición de todos los profesionales de Agbar ha hecho posible que la Ciutat de l’Aigua sea un lugar de trabajo más responsable a nivel social, con un gran fomento de los hábitos de vida saludables. Los embajadores del cambio han jugado un rol esencial para conseguir este reto, se trata de 60 profesionales que han representado a todos los perfiles de las más de 650 personas que trabajan en la Ciutat de l’Aigua y que han actuado como puente entre el Comité de pilotaje al mando del traslado y el resto de los trabajadores. Los embajadores han sido el motor de este gran cambio organizacional ya que se han encargado de divulgar el proyecto e involucrar a sus compañeros, así como de canalizar las necesidades de todos para que fueran tenidas en cuenta.
Gracias a las reuniones de embajadores, a las encuestas llevadas a cabo a la plantilla al completo y a la colaboración de todos los trabajadores, se han dado respuesta a las inquietudes de nuestros profesionales. Los interrogantes sobre cómo desplazarse a la nueva sede se han solucionado, hemos estrenado el gimnasio Aquafit, que promueve el deporte como estilo de vida y otros servicios de valor añadido como el nuevo restaurante, que ofrece variedad de opciones para una dieta sana. El papel de los embajadores no acaba aquí, por supuesto, sino que seguirán trabajando para que la comunicación sea fluida y abierta a todos.
Nuestro viaje no acaba aquí, lo cierto es que tan sólo acabamos de despegar hacia una nueva filosofía de trabajo, con mayor conciencia ecológica, mayor conciliación entre la vida personal y laboral, mayor cooperación entre profesionales y con una apuesta clara por el desarrollo sostenible. Con esta cultura corporativa miramos los retos que nos depara el futuro con la confianza de estar mejor preparados.