No hay alternativa a la implantación de la economía circular. Es una afirmación tan rotunda como cierta y que vertebra los proyectos que desarrollamos en nuestro grupo. «El futuro sostenible pasa por la economía circular«, argumentaba en este post donde explicaba el necesario cambio de paradigma, tanto en la producción como en la gestión y en el consumo de los recursos.
Esta visión parece extenderse a tenor de los cada vez más palpables efectos negativos del cambio climático, aunque, como exponía, desde hace años marca el rumbo de nuestras acciones. Especialmente significativa es la labor desarrollada en este ámbito por Aigües de Barcelona, a través de iniciativas concretas como la valorización de residuos para darles un nuevo uso que permita la autosuficiencia energética. En instalaciones como la depuradora de Sant Feliu de Llobregat, el 50% de la energía consumida proviene del biogás que se genera de los lodos. Además, en la planta potabilizadora de Sant Joan Despí, generamos energía eléctrica mediante placas fotovoltaicas de 165 kW, y también a través de unas turbinas colocadas en diferentes puntos de la red de suministro de agua.
Otra medida concreta es el reaprovechamiento de arenas extraídas en varias obras de canalización en la vía pública, que permiten generar menos residuos, reducen el impacto paisajístico y contribuyen a la reducción de las emisiones de CO2. Se prevé que en el futuro unas 40.000 toneladas anuales de tierras serán reutilizadas en las obras que la compañía realiza en los 23 municipios donde presta el servicio.
El 92% del parque de Aigües de Barcelona ya es completamente eléctrico y a finales de este año alcanzaremos el 100%. La adquisición de coches eléctricos ha permitido reducir las emisiones de CO2 en 105 toneladas anuales, contribuyendo a la mejora de la calidad del aire de la ciudad.
Seguimos avanzando en la implantación de experiencias a escala local, como la desarrollada conjuntamente con el Ayuntamiento de Sant Feliu de Llobregat y Aigües de Barcelona, a través del centro tecnológico Cetaqua. Una iniciativa que este años hemos extendido al Ayuntamiento de Gavà y cuyo objetivo es implementar una metodología de economía circular basada en la relación entre agua, energía y residuos, que permita llevar a cabo distintas acciones para reducir, reutilizar y reciclar los recursos del municipio.
En Granada, donde desarrollamos un ambicioso proyecto de autosuficiencia energética, también hemos realizado avances significativos. La ratio de autosuficiencia que actualmente existe en la estación depuradora Sur es de un 81%, y Emasagra – empresa que la gestiona- espera superarla y llegar al 100% en el año 2018. Esta gestión sostenible ha sido distinguida recientemente por Forética, una asociación que engloba a empresas y profesionales de la responsabilidad social líder en España y Latinoamérica.
Pero las actuaciones van más allá y los datos son muy positivos. Actualmente, el 100% del agua depurada por Emasagra se reutiliza para el riego, y alrededor de 25.800 toneladas anuales de fangos se utilizan como abonos o en aplicaciones experimentales punteras, tales como la siembra en taludes de carretera.
La necesaria implantación de la economía circular se impone con iniciativas como la reciente puesta en marcha por parte de la Cámara de Comercio de España de la Comisión de Economía Circular, con el objetivo de identificar y proponer medidas que contribuyan a alcanzar un crecimiento económico más equilibrado y sostenible. La Comisión está presidida por Suez Spain, y en ella están representados tanto actores públicos como privados. Un paso más para la necesaria implicación de todos.
Lograr un auténtico sistema basado en la economía circular pasa por transformar el conocimiento y la innovación a nuestro alcance en soluciones que consigan ese objetivo o cambio de paradigma del que hablaba al inicio del artículo. Es una muy buena noticia que el objetivo sea común y que todos los actores necesarios para lograr esa transformación dirijan sus esfuerzos en ese sentido.