La transición hacia un nuevo mundo contempla innumerables retos que debemos abordar mediante la transformación digital y ecológica. Pero no debemos olvidar que el primer problema real de esta sociedad es la desigualdad y cómo le hacemos frente.
En el Congreso de directivos CEDE que ha tenido lugar en Bilbao, con el lema “El directivo frente a la transición a un nuevo mundo”, hemos realizado una radiografía de la situación actual y los retos de futuro. En la mesa redonda sobre desigualdad y pacto social, junto con el exministro Jordi Sevilla, hemos tratado cómo hacemos frente a esta desigualdad. Porque no solamente existe una desigualdad económica, sino que también observamos otro tipo de desigualdades, como la digital.
Por ejemplo, hay quien puede hacer las comunicaciones perfectamente a través de cualquiera de los canales disponibles, pero hay gente que tiene que ir a las oficinas de forma presencial por dos motivos: poder atender aquello que no puede hacer en otro sitio, pero además también cumplen una función de atender físicamente y superar la brecha idiomática. En los años 2000, nos habíamos encontrado con la brecha de idioma en relación con los turistas que residían en toda la costa mediterránea. Ahora, nos encontramos con otra barrera idiomática en el ámbito digital que hay que abordar. Nos encontramos también con las dificultades de acceso de las personas con discapacidad, obstáculos en relación con los horarios o escollos de la gente que tiene una determinada calificación y la que no la tiene, la que puede acceder y la que no. Debemos afrontar estas brechas mediante políticas claras. Porque no es una emergencia económica, sino que es una emergencia de desigualdad.
Por ello, el compromiso empresarial para atender estas dificultades es imprescindible. Realmente, tenemos un compromiso con todos nuestros stakeholders (grupos de relación) y, dentro de ellos, está obviamente el conjunto de la sociedad. Debemos darles respuesta a sus necesidades y este es el compromiso de nuestro grupo. Y lo hacemos estando presente en cada uno de los territorios y actuando de forma concreta con más de mil acuerdos con distintas ONG.
Una de estas necesidades de nuestra sociedad actual es potenciar el talento joven. Ese talento joven hay que formarlo y, desde Agbar, lo hacemos mediante la formación profesional dual. Si bien es cierto que debemos captar el talento joven, no podemos perder otro determinado talento de otras generaciones que se vean afectadas por la brecha de edad.
Otra de las demandas actuales es la incorporación de los jóvenes en el mundo del trabajo. Hay que formar a esos jóvenes que ni estudian ni trabajan, que están en el abandono escolar, para que vuelvan a encontrar su dignidad, que es la nuestra, que es la social, en la reinserción. Y ahí las empresas tenemos que comprometernos en el territorio en el que estamos y lo estamos haciendo desde Agbar.
Las medidas de la lucha contra la desigualdad son estructurales y debemos abordarlas de forma transversal.
En el caso de la gestión del agua, vemos está desigualdad de manera real. En los años noventa, en poblaciones de Latinoamérica había una media de entre un 25 % y un 40 % de la población que no podía pagar el agua. En 2010, la ONU declaró el agua como un derecho humano. De los años 90 hasta 2008, se ha ido reduciendo esta población que no podía pagar el agua. Pero, a partir de 2008, este conjunto vuelve a aumentar, no solo en ciudades de América Latina, sino por primera vez en Europa y, concretamente, en las ciudades de España. Anterior a esta fecha, había un 0,1 % de gente de media que no podía pagar el agua en una gran ciudad española. Este aumento progresivo desde 2008 llega hasta el año de la COVID, en el que alcanzamos prácticamente el 10 % de personas que no pueden pagar el agua en España.
Las empresas debemos actuar para dar respuesta a estas desigualdades y lo estamos haciendo. La responsabilidad social corporativa (RSC) para muchos de nosotros es un verdadero compromiso con las personas. Nos debemos a todos los grupos con los que se relaciona la empresa. Cada uno desde su competencia, debemos cooperar para abordar medidas estructurales para hacer frente a los retos que requiere esta transformación social, económica y sostenible hacia un nuevo mundo desde el compromiso individual y colectivo.