Existe una relación intensa entre el agua y la alimentación. Desde el huerto hasta la mesa, en todo el proceso, el elemento esencial es el agua. Analizando las distintas fases, desde una perspectiva poliédrica, este recurso juega un papel determinante.
Un primer concepto a introducir es la huella hídrica que se define como el volumen de agua consumido tanto de forma directa como de forma indirecta para la producción de un bien o servicio. En este sentido, nuestro objetivo como profesionales del agua es que esa huella hídrica sea la óptima, ir reduciéndola, buscando siempre el menor impacto en los recursos naturales; aplicando – además – la economía circular en todos los procesos y actividades.
Para lograr el objetivo impulsamos la smart agriculture (un huerto inteligente). Una de nuestras líneas de trabajo se dirige al sector agrícola con el fin de que logre aumentar su productividad de manera innovadora y sostenible reduciendo, por tanto, esa huella hídrica de la que hablábamos. Aportamos soluciones innovadoras que mejoran la eficiencia, optimizando y modernizando el uso del agua para riego.
Hay que tener en cuenta que la agricultura consume actualmente entre el 60 y el 70% del agua dulce en el mundo. Veamos algunas cifras del agua que necesitamos para producir ciertos alimentos:
– 1.700 litros de agua para producir 500 gramos de arroz.
– 450 litros de agua para producir 500 gramos de maíz.
– 130 litros de agua para producir una taza de café.
– 70 litros de agua para producir una manzana.
– 50 litros de agua para producir una naranja.
En nuestro país tenemos una de las mayores huellas hídricas por habitante del mundo, que asciende a alrededor de 6.700 litros por habitante y día. El sector agrario representa alrededor del 80% del uso total de agua. Como contrapunto, contamos con una gran ventaja, se trata de la dieta mediterránea que es una de las dietas más saludables, pero es que además es una de las dietas más sostenible en términos de consumo de agua.
Así se demuestra en un estudio elaborado por el Centro de Estudios e Investigación para la Gestión de Riesgos Agrarios y Medioambientales (CEIGRAM) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), colaborador de la Plataforma EsAgua (una red gestionada por nuestro Centro Tecnológico del Agua – Cetaqua-). Sus conclusiones son claras al demostrar que cambiar una dieta americana por una dieta mediterránea supondría un ahorro de 4.003 litros por persona y día.
Por tanto, del huerto inteligente pasamos a la mesa inteligente donde, como recoge este estudio, mantener una dieta mediterránea en la que las frutas, verduras y pescado representan una mayor porción de la ingesta de alimentos, proporcionaría un gran ahorro de agua en los hogares.
Conscientes de esta realidad nosotros hemos implantado internamente en la empresa el programa de ‘Hábitos Saludables’. Una iniciativa corporativa en la que el año 2017 participaron más de 3.000 trabajadores en cerca de 200 actividades programadas. Entre ellas tenemos, por ejemplo, el día de la fruta en el que una vez por semana ponemos fruta fresca a disposición de nuestros empleados.
No debemos perder de vista es que para 2050 se espera que la población mundial alcance los 9.000 millones de personas en el mundo, lo que implicaría la necesidad de aumentar la producción de alimentos entre un 50 y un 60 % para los próximos decenios. Es por tanto fundamental que logremos implantar una agricultura inteligente, pero que también seamos capaces de mantener culturas positivas ya arraigas como la dieta mediterránea que nos ayuden alcanzar una sostenibilidad real. Seguimos trabajando en las líneas destacadas alineados con los objetivos que definen Naciones Unidas en su Agenda 2030.